Comer hasta reventar, un rato frente a la chimenea, un par de roscos de vino y a la cama. A dormir con un ojo abierto por si pillabas a Papá Noel o a los reyes en el momento en que se colarán por la chimenea (¿Cómo no se queman?, pensabas entonces). Así han sido muchos de los 24 de diciembre durante mi
infancia. Con la esperanza de ver al barbudo colocando los regalos y los nervios de si me traerían el tigre de he-man con el que sería el rey del recreo. Y luego llegaba la mañana, y la decepción de no haber cogido 'in fraganti' al susodicho, se disipaba en el momento en que descubrías los brillantes papeles de regalo rodeando el árbol. Los saltos por el salón y la excitación al destrozar el papel. El grito "¡Lo que había pedido!" y los churros con chocolate. Los montajes de scalectric y el resplandor del balón nuevo. Sensaciones que, por mucho que pasen los años, nunca desaparecen.
A pesar de que, por ésta y muchas otras razones, no puedo decir eso que queda tan bien de "odio la navidad", si puedo afirmar que me cuesta un mundo escribir algo relacionado con estas fiestas. Será que no me siento cómodo imaginando historias con ese punto dulce y positivo tan propio de la época. Por eso cuando ,de la redacción de la Ventana Digital de la Agencia Tributaria, nos pidieron escribir un relato navideño, noté como los sudores fríos empezaban a hacer acto de presencia.
Y en esas estaba, dándole vueltas a la idea, cuando un recuerdo de otros tiempos, cual fantasma Dickensiano, me asaltó la memoria. Y de ese (añorado, querido) recuerdo, salió esta historia. Seguro que mi hermana pone una sonrisa cuando lo lea.
Espero que disfrutéis el cuento, os riáis con él, y, por descontado, paséis una genial navidad. Y a los que no os gusta, ya sabéis, si no puedes luchar contra ello...
Por cierto, lo de dormir con el ojo abierto no funciona, no hay dios que los pille, ni al gordo colorado ni a los magos en camello. Este año voy a instalar una alarma para pillarlos. No puede ser que se acabe el año de las
selfies y yo no tenga la mía con semejantes
'celebrities'.
Portal Jurásico Escrito en diciembre de 2014 escuchando "Jurassic Park Theme" de John Williams
Se
había levantado una mañana tranquila en la pequeña aldea de Belén. Las
madrugadoras ovejas comenzaban a subir al monte de barro y los ríos de plata
recorrían de norte a sur el silencioso paraje. «Todo tan aburrido como de
costumbre», pensó el joven Dios.
Bajo la luz color tungsteno los aldeanos ponían a secar su ropa y las gallinas
paseaban sus crestas erguidas por la artificial hierba. Los pescadores,
incansables trabajadores, se sentaban a la orilla del brillante caudal. Aunque
hacía años que los peces no daban señales de vida, aquellos hombres no habían
perdido el buen ánimo, y, cada amanecer, salían a colocar sus cañas de plástico
en busca de quién sabe qué. Lo único que parecía nadar en aquellas aguas eran
un par de tortugas armadas como ninjas y vestidas con ridículos antifaces que
tanto gustaban al bromista creador.